En un extenso reportaje publicado por El País, el periodista Carlos S. Maldonado entrevistó a varios jóvenes creadores y editores que, desafiando la era digital, han optado por imprimir libros y revistas con una fuerte carga estética y cultural. La entrevista fue realizada a través de encuentros personales en talleres editoriales y ferias de publicaciones, además de diálogos sostenidos con los protagonistas, quienes compartieron sus historias, visiones y modelos de trabajo.
El enfoque de Maldonado fue destacar no solo el producto final, sino el proceso y la comunidad que se genera alrededor de estas iniciativas. Entre ilustraciones, papel, tinta y mucha pasión, los testimonios se entrelazan para ofrecer una mirada íntima a un movimiento creativo que revive el valor del papel impreso como forma de expresión y resistencia cultural.
Can Can Press: crear, imprimir, compartir
Jackie Crespo y Gabino Azuela fundaron Can Can Press en 2017, impulsados por su amor al arte, la ilustración y el diseño gráfico. Ambos decidieron formar una editorial independiente como forma de autopublicar sus obras y las de una extensa red de amigos artistas. La editorial comenzó con tirajes limitados y publicaciones experimentales, como un ensayo visual sobre la combustión y una pieza de un artista japonés, todo producido con una impresora RISO que compraron de segunda mano por 30.000 pesos.
A lo largo de los años, Can Can Press evolucionó hacia libros de mayor calidad con ediciones de hasta 500 ejemplares. Jackie Crespo explicó que el verdadero motor del proyecto es el deseo de compartir ideas a través de objetos físicos. En palabras suyas: “Vemos el acto de publicar como la manifestación de ideas en objetos tangibles, físicos, hermosos.”
SARA: autogestión y mexicanidad contemporánea
Por su parte, los hermanos Lucía y Rodrigo Alarcón dieron vida a SARA (Sociedad Anónima de Reproducción Autogestiva), un espacio donde artistas pueden imprimir y compartir sus obras sin depender de editoriales comerciales. Rodrigo comentó que el objetivo era romper con las estructuras de poder editorial, que suelen monopolizar la distribución y decidir quién es visible.
Lucía mencionó que el enfoque curatorial de SARA está centrado en explorar la “mexicanidad contemporánea”. Su taller recibe propuestas de todo el país, incluso de artistas fuera del núcleo central de la Ciudad de México. Las ferias de libros y las redes sociales han sido sus canales clave para dar visibilidad a los proyectos. Producen desde poesía hasta cómic, en tirajes pequeños pero con diseños cuidados y llamativos.
Suave: la revista que desafía la lógica del mercado
Santiago Martínez, por otro lado, apostó por algo que muchos consideran obsoleto: las revistas impresas. En 2019 lanzó Suave, un magacín visual que se publica una vez al año y se distribuye no solo en México, sino también en París, Nueva York, Tokio y Londres.
Martínez contó que financia la revista con recursos propios y con apoyo publicitario de marcas, en especial del extranjero. La edición más reciente se publicó en formato sábana, con fotografías a doble página y un diseño que desafía al lector a interactuar con el objeto físico. Aunque la distribución implica altos costos y no deja ganancias económicas, Martínez expresó que el beneficio real es cultural y emocional. Afirmó que existe un interés creciente por el formato impreso y que las revistas, lejos de desaparecer, encuentran su lugar como productos de colección.
Más allá del papel: una apuesta por la comunidad
Las tres iniciativas entrevistadas por El País comparten una filosofía común: la publicación como acto colectivo, cultural y resistente. No se trata solo de imprimir, sino de construir comunidad, fomentar el talento local y recuperar el valor del objeto físico frente a la fugacidad digital.
A través del testimonio de sus creadores, queda claro que el papel aún tiene mucho que decir. Lo que comenzó como una apuesta arriesgada se ha convertido en una red de colaboración viva, diversa y profundamente creativa.